jueves, 22 de diciembre de 2011

La Navidad en un mundo materialista

La Rambla en Navidad.
Calle La Rambla de Alicante en Navidad.
"Quiero unir hoy y siempre nuestras voces,
y cantar al Excelso por los niños del mundo,
en demanda simple de un vivir fecundo,
con el amor que da infinitos goces”.

Comienzo con este verso esta entrada de mi blog, primero como un recuerdo a quien la ideó y segundo con el deseo de que sirva también para entender algo mejor la fiesta de la Navidad. 

Cuya celebración hemos solido históricamente tergiversar con actitudes consumistas que relegan su origen, que no tiene más que ver con el amor, la amistad, la solidaridad para con los demás y, por extensión, con el planeta que habitamos.

Recuerdos de una Navidad familiar

La compuso mi padre en algún diciembre de entre los años 1981-1983, para ser el encabezamiento de la pequeña e infantil tarjeta de Navidad que con el resto de mis cuatro hermanos, distribuimos algunos días después y luego de imprimirlas en casa, entre algunos familiares, amigos y cercanos de la ciudad de Iquitos.

Cuando tratábamos a la vez de terminar otros trabajos de impresión (tarjetas personales, navideñas, saludos institucionales, etc.), haciendo uso de la pequeña impresora comprada recientemente por mis padres, la cual, a mí en especial y al resto de mis hermanos en general, nos empezó a inculcar los beneficios del trabajo compartido y en familia.

Pequeña historia de la Navidad

La fiesta de la Navidad tiene al parecer algunos miles de años de antigüedad, a la Navidad se la relaciona comúnmente con el nacimiento de Jesucristo hace unos 2.012 años, en una humilde choza rodeada de campesinos y animales, que luego es visitada por unos Reyes Magos, cuyo recuerdo forma también parte de la celebración de esta festividad religiosa cristiana, que siguen personas no solamente de dicha creencia religiosa en todo el mundo.

¿Una feliz Navidad en medio del consumo o consumismo actual?

Quizá porque nadie quiere sustraerse de su conocido propósito, que no es otro que la redención de nuestros pecados, merced a la dura epopeya que significó la vida, pasión y muerte de Jesús en la cruz, por mandato de su –nuestro- padre Dios. Sublime e inigualable muestra de amor a todos. Lo cual, precisamente, debería ser lo que se destaque y celebre de esta festividad global que queda, no obstante, entremezclada e igualada con las otras que transcurren a lo largo del año en todo el mundo.