Víctor Raúl Haya de la Torre, como Fernando Belaúnde Terry, Alfonso Barrantes Lingán o Luis Bedoya Reyes, son algunos de los últimos políticos con los que la ciudadanía disfrutaba las últimas décadas del siglo XX escuchándolos en los mítines que protagonizaban, no por llevar regalos o fiestas interminables como siguen haciendo muchos candidatos sino por la oratoria pausada, inteligente y coherente de la que hacían gala lejos de la demagogia, improvisación, ignorancia y hasta mentira que muchos pregonan hoy por el mero interés de ostentar el poder que otorga temporalmente un cargo público elegible en las urnas.
La decencia de una gestión pública transparente
La revolución de Barrantes Lingán que el Perú necesita
Quiero recordar ahora la respuesta de Alfonso Barrantes Lingán (ex líder de la Izquierda Unida peruana en los ochenta del siglo XX), a una pregunta algo sarcástica del periodista Humberto Martínez Morosini, sobre la conveniencia o pertinencia de una revolución en los tiempos que corrían, quien respondió magistralmente: un gobierno libre de la corrupción, sería ya una gran revolución. Interpreto que lo que Barrantes quiso dar a entender es que la gestión de un presidente eficiente y decente, tendría tanto o más impacto positivo que una revolución.
Lo cual es trascendental porque el Perú, enfrentando los retos que implica su crecimiento, debe hoy combatir varias lacras sociales que corroen su institucionalidad y, por ende, los diferentes caminos que coadyuvan a su desarrollo; entre ellos, la necesidad e importancia del crecimiento de negocios, empresas y de inversión pública y privada. Y ello es más propicio en un entorno de estabilidad económica propiciado por una coyuntura política e institucional sólida, en la que son la regla gestiones estatales transparentes y eficientes, obras trascendentales por necesarias o viables, poca o nula corrupción, y la delincuencia no es un problema apremiante por peligrosa y creciente.
En un artículo anterior me ocupé ya de la corrupción y la ineficiencia estatal, hoy me enfoco en las empresas, el desarrollo y la delincuencia.
Las empresas y su importancia para el desarrollo
A nivel global y de acuerdo con el Banco Mundial, solo las empresas multinacionales (aquellas con intereses en más de un país y que representan menos del 1% de las empresas de todo el mundo), impulsan aproximadamente la mitad de todo el comercio internacional, contribuyen con un tercio de la producción mundial y del PBI, proporcionan una cuarta parte del empleo global y movilizaron hacia América Latina y el Caribe en el 2022 USD$ 224.000 millones en inversión extranjera directa (el 4% del PBI de la región).
Imaginen el impacto total en la economía y la sociedad del resto de empresas que operan en un ámbito nacional sean pequeñas, medianas o grandes, nacionales o multinacionales; no solo son las mayores proveedoras de empleo y pagadoras de tributos a nivel global, sino que constituyen parte vital de la estructura económica y social de cualquier sociedad contemporánea. (Aunque es igualmente importante la menor proporción de empleo de las entidades del Estado, y de las que también lo hacen sin que contribuyan con impuestos como los centros educativos, organismos no gubernamentales (Ong's), asociaciones civiles, etc.)
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La delincuencia es hoy un gran obstáculo para el crecimiento de empresas y el desarrollo (Imágen de AlvaroSR999). |
La delincuencia y su impacto negativo en el crecimiento
Delincuencia no respeta a pequeños negocios y emprendedores independientes
El impacto económico de la delincuencia en el Perú
El insostenible costo de la delincuencia y la corrupción
El natural destino de delincuentes y corruptos
Corresponde, en consecuencia, enfrentar a los delincuentes de saco y corbata que pululan las oficinas de la administración pública, como a los que promueven la corrupción desde el lado empresarial o privado, para que los fondos del presupuesto público sustraídos ilegalmente se inviertan realmente en los fines lícitos que corresponden al Estado; y a todos los delincuentes que chantajean, secuestran o matan por el mero hecho de conseguir ilegalmente parte del dinero que le cuesta ganar legalmente a personas y empresas.
El desarrollo ante la delincuencia y la corrupción
Por todo ello, es pertinente que la delincuencia y la corrupción se enfrente también como graves problemas para el crecimiento y desarrollo del Perú y de cualquier país, porque no solamente es algo inaceptable por ilegal y peligroso, sino porque impide el surgimiento y la proliferación de negocios y empresas tan necesarios para proveer empleos a la población y de tributos al Estado.
Para lo cual es necesario una firme voluntad de combatirlas desde la ciudadanía y el Ministerio Público, el Poder Judicial, demás entes del Estado involucradas y el Congreso; especialmente de este último, no solo porque es el encargado de la emisión de normas, sino porque últimamente parece que se ha legislado pensando más en la protección de los parlamentarios (y en la de amigos o conocidos) para cuando dejen de serlo, que en la forma más pertinente para combatir eficazmente la delincuencia y la corrupción.
Y todo lo cual, no solo por una cuestión de justicia, sino también porque está en juego la institucionalidad y seguridad presente y futura de un país como el Perú, que puede y necesita seguir creciendo. Sólo entonces podremos, como vislumbró Barrantes Lingán, celebrar la revolución que haya significado un gobierno eficiente y decente que contribuyó al crecimiento y desarrollo de todos, derrotando o minimizando los efectos de la delincuencia y la corrupción.
Artículo publicado también en el diario La Región el miércoles 12 de marzo de 2025.
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